Casa del Dr. Arturo Rodríguez.


Se trataba de una casa muy grande y antigua, con muchas ampliaciones realizadas en diversas épocas, por su padre, ingeniero del ferrocarril.
Tampoco esta vez, ni el arquitecto ni la empresa constructora, acertaron a arreglar innumerables rajaduras por toda la casa.

Cansado, Arturo me llamó.
Conociendo entonces la diversidad de obras realizadas, reformas, ampliaciones etc., resultó ser un caso muy complejo.
La casa, si bien era una buena mansión, llena de rajaduras, a tal punto que la señora, me dijo: "De tanto verlas, he llegado a quererlas. Estamos obsesionados."

Recimentar, era una de las soluciones, pero había que romper pisos, revoques, etc., y salía casi más económico hacer toda la casa de nuevo.
Preferí arriesgar otra solución que (según estudié en libros italianos sobre conservación de edificios históricos) partía de reparar individualmente cada rajadura, dándole la cohesión que había perdido al romperse la pared.
Le sugerí al propietario arriesgar un mínimo de dinero, arreglando a conciencia, rajadura por rajadura, sin llegar a recimentar.

Contraté un albañil muy prolijo e inteligente que, paso a paso, cumplía lo que yo le indicaba.
Así apostamos... y ganamos.
¡Nunca más se volvió a rajar!

Ahora, ya pasados varios años, se me ocurre una interpretación, un pensamiento lateral, que me lleva a una analogía relacionada con la vida en la sociedad y es esta:
Cuando las instituciones están deterioradas, muchos proponen demoler y hacer nuevo, o por lo menos realizar costosas modificaciones con grandes riesgos.
Este ejemplo que nos da consolidar una obra deteriorada, nos animaría a descubrir que lo que una religión propone, es arreglar las fisuras internas del corazón del hombre, sin necesidad de destruír lo mucho bueno que puede tener una sociedad.
Y me trae a la memoria aquel padre que le muestra a su hijo un periódico con un mapamundi, y rompiéndolo en pequeños pedazos le pide que lo vuelva a armar. Al minuto, el chico se lo entrega ya armado, y le dice: "detrás del mundo, estaba impresa una imagen de hombre. Yo armé el hombre y atrás quedó armado el mundo".

Es lindo cuando tenemos que enfrentar un problema nuevo y debemos "quemarnos las cejas" pesando los riesgos, eligiendo caminos, buscando quien haga el trabajo, y cuidando, vigilando y motivando a todo un equipo para tener éxito.

Es claro que en todo, debe haber buena fe, tanto en el personal, como de parte del propietario.

Carlos A. Trobo, arquitecto.

Comentarios