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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Vivir entre y con los demás

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Carlos A. Trobo Si queremos ser entendidos, primero debemos "permanecer un mes dentro de los mocasines de mi semejante", como dice un proverbio de los indios Pieles Rojas. Muchas veces emitimos una opinión con el ánimo de ser escuchados y lograr que los demás se muevan en la dirección que nosotros consideramos correcta, y nos sentimos frustrados porque nadie se mueve ante nuestra sugerencia. Es que en la sociedad, lo primero es escuchar y meditar lo que el otro piensa. Así  nos podremos enterar qué hay dentro de la cabeza de la gente y planear en qué lugar de sus cerebros podemos comunicar nuestro pensamiento, para poder ser tenidos en cuenta y tener nosotros en cuenta lo que ellos piensan, para aprender de ellos lo que nos sea útil. No podemos dejar de reconocer que ellos están "en otra cosa" cuando les decimos nuestras ideas y que no tenemos nosotros una "coronita" que nos de prioridad para desplazar sus inquietudes y dar entrada a nuestras ideas s

Washington Arturo Sarasola Barcia

Un pionero que amó y contribuyó con todas sus fuerzas su esfuerzo sano y desinteresado al avance de nuestra ciudad  a la que tanto quiso. Poseía su personalidad, las virtudes de la raza vasca. Su franqueza, siempre dispuesto a luchar por defender la verdad, a defender al desvalido, de corazón sensible a las injusticias  que se cometían, vinieran de donde vinieran. Realizó cosas que nadie se decidía hacer, y las llevó adelante con tozudez y limpieza de corazón. Cuando Las Piedras comenzó a crecer en 1945, vio la necesidad que tenían los habitantes de la ciudad de un plano de esta. Él  recorrió  midiendo a pie las manzanas existentes entonces y fue agregando los diversos fraccionamientos  proyectados. Lo dibujó prolijamente, y lo distribuyó anticipándose en 20 años al que posteriormente editara el Municipio. Coleccionaba con gran celo toda documentación ya fuera escrita en expedientes, o cartas, fotografías, todo lo que significara algo del pasado de nuestra  ciudad, desde su fundaci

Las luces del barrio

Lo más importante, para que la gente quiera hacer cosas es que previamente lo quiera. Esto parece absurdo, pero es real. Conviene hacer alguna precisión, porque en general, en mi opinión el uruguayo es EMOTIVO, hasta la pasión y las lágrimas, NO ACTIVO, no tiene primaria acción a actuar, sino que por lo contrario, tiene tendencia a quedarse quieto en vez de sentir urgencia por actuar, y SECUNDARIO, es decir que tiene una colección frondosa de recuerdos que le hacen vivir en el pasado y posponer indefinidamente sus planes para el futuro. Así, se enrolan en abanderamientos tanto políticos, como clubes deportivos, etc. porque estos le dan un sentido de "perezoso escudo de protección de pensamiento" que les evita tener que pensar mucho y sin actuar para resolver los complejos problemas de convivencia en la sociedad. Es prudente despertar a nuestros compatriotas haciendo que se den cuenta que la sociedad les necesita positivamente activos y no simplemente criticones. Parece u

Haroldo Albanell Mac Coll

Sobre el final de nuestros estudios en facultad, conocí a este primo hermano de Ofelia. A causa de las diversas trabas impuestas por sus ocupaciones, había interrumpido por varios años sus estudios cuando le faltaba rendir cuatro o cinco exámenes que coincidían con los que nos faltaba rendir a Tarallo y a mí. Era un fino proyectista y  sus proyectos en facultad brillaban por su sensibilidad. Afortunadamente, coincidíamos en los caracteres, cosa muy importante, e invitamos a Haroldo a seguir los tres juntos hasta el final de la carrera. Fue gran trabajo adaptarlo a nuestro ritmo, ardua tarea al principio. Pero Haroldo se lo merecía. Y nos fue acompañando. Todos lo querían. Tanto en el Municipio de Montevideo como en su empresa de construcción, (Albanell y  Massini) le animaron y le dijeron: "Desde ahora hasta que salves el último examen, no vuelvas por aquí. Solamente vendrás a fin de mes a cobrar; no vuelvas porque te echamos". Con tales condiciones, Haroldo entró a

Dr. Guillermo Bayarres.

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Doctor Guillermo Bayarres, ejemplo de heroica actividad humanitaria digno de ser imitado. Dr. Guillermo Bayarres.     Apenas culminó brillantemente sus estudios en la Facultad de Medicina, se instaló en la zona de Polanco de Barriga Negra, en pleno campo del departamento de Lavalleja. Alejado de Minas por 8 horas de ómnibus  por caminos intransitables en invierno. Luchó por  la vida de sus vecinos en circunstancias adversas y no se contentó con  ejercer la medicina como un apostolado, sino que promovió sustanciales mejoras sociales de esa gente  aislada de nuestro campo. Pasados algunos años, volvió a su ciudad de Las Piedras y  ejerció su profesión con un denodado esfuerzo, heroico, dedicado a  dar sus esfuerzos totales  por  salvar la vida  luchando denodadamente con la enfermedad, y por aliviar el dolor. Sus jornadas, desbordantes de entusiasmo. Enamorado de su profesión, concibió junto con otros médicos,  la idea de crear un instituto local que cuidara la salud de la pobl

El ferrocarril "de los ingleses".

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Desde que me conozco, he viajado en tren. De chiquito, acompañando a mamá a comprar en los comercios en Montevideo, a pasear, y a la playa Ramírez en verano. Tomábamos el tren al rayo del sol a las 14 horas, hasta la Estación Central. De ahí, caminábamos una cuadra hasta la calle Galicia, y subíamos al tranvía eléctrico que nos dejaba en la misma playa. En total, demorábamos una hora exacta. Más tarde, teniendo doce años en 1934, durante los tres primeros años de liceo, fui al "Dámaso Larrañaga", que estaba en calle Paysandú casi Río Negro, a tres cuadras de la estación. Demorábamos 45 minutos. Sacábamos un abono mensual que nos costaba $ 3,34 y permitía hacer todos los viajes que quisiéramos. De mañana iba al liceo "3" y de tarde, como mi madre tenía una pequeña librería (Librería San Miguel, ubicada  en un garage frente al Colegio San Isidro) yo le iba a buscar los libros de texto de vuelta a Montevideo, a las librerías Barreiro y Ramos, Monteverde y Mo

El barrio de mi casa.

Algunas anécdotas de Carlos y Ofelia, de su labor como vecinos en el barrio de calle José Torres García, entre avenida Gral.Flores y Aparicio Saravia, en Las Piedras de las décadas de 1960 y 1970. La carrera de las señoras Entre otros festejos conmemorando la inauguración de las luces de mercurio y sin sospechar la "inspiración del dios griego Mercurio", se decidió realizar una carrera de señoras en la calle. El carnicero donó un quilo de carne  como trofeo. Yo debí pararme en el medio del cruce de las calles Torres García y Baltasar Brum. Las señoras del barrio, correrían desde Soca, dar vuelta alrededor mío para volver al punto de partida. La largada de la carrera fue perfecta, pero Ofelia, que tenía unas piernas fuertes y siempre corrió muy bien, y era buena candidata a la victoria, dio tanta energía al arranque que se desgarró los tendones gemelos de una pierna. Ahí quedó sentada en el piso y la carrera la ganó otra señora, que se llevó en vez de los laureles, el

Capilla de María Auxiliadora, Las Piedras.

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Las Piedras perdió, en su paisaje urbano, una verdadera “Joyita” arquitectónica, al ser demolida esta capilla, que estaba ubicada en Av. Artigas y calle Garibaldi. Capilla de María Auxiliadora en Las Piedras, demolida en la década de 1960. De acertadas proporciones, esmeradísimo arte constructivo con una poética personalidad formal, traía a la ciudad,  poblada por hijos de inmigrantes, una reminiscencia de cultura europea que la daba poesía al ambiente. Era el edificio de mayor belleza construido en la primera década del siglo XX en Las Piedras. Tenía sus pequeños tesoros, como catorce grandes vitrales de gran calidad de 1 metro de ancho por 7 metros de altura, que provenían de Alemania. Aparte de ellos, no tenía otros lujos en materiales, pero sí una mano de obra muy cuidada que respetaba punto por punto el estilo ojival. Una respetable imaginería y una soberbia sillería en maderas nobles, y un soberbio órgano alemán, que hoy está casi arrumbado en la iglesia San Isidro.

Calidad en las obras.

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Carlos A. Trobo, arquitecto. Calidad es hacer las cosas bien, a conciencia. Y no "más o menos". En la construcción, la tendencia es al "más o menos". Cualquier trabajo, requiere ser bien proyectado, bien transmitidas las instrucciones al obrero que debe realizar y bien realizadas por este. Así de fácil. Pero las comunicaciones se distorsionan por la falta de claridad en la orden que se da y también por falta de atención o capacidad para entender del que la recibe. Werner Von Braum, decía que siendo alumno de una escuela industrial en Prusia, le dieron un trozo de hierro para que con una lima,  hiciera un cubo. Tres veces, no muy convencido por le calidad de su trabajo, intentó presentar el cubo al profesor, y siempre recibía un  rotundo "NO", sin más explicaciones. Entonces, decidió entregar el cubo, recién cuando él estuviera convencido de que realmente estaba  bien. Entonces lo presentó y el profesor le dijo: "SÍ". La base de la cali

Búsquedas en arquitectura.

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El interior de una casa plantea no sólo las funciones de movimientos del cuerpo humano, sino que plantea algunas limitaciones que yo intenté atenuar. Los colores. Los colores tienen mucho que hacer en los interiores. Recuerdo que en una obra cuyo propietario estaba paseando por el extranjero, en la que sin consultarle, decidí de improviso dar un toque diferente al estar de su casa pintando de negro el cielorraso del comedor diario. Así se lo comuniqué a don Juan Suárez, el pintor, que poseía un refinado espíritu para el color. Don Juan se vio comprometido a cumplir mi orden, pero lo hizo con gran temor ante el posible disgusto del propietarioal volver feliz de su viaje, y que no le gustara ese cielorraso negro en su casa soñada. Don Juan pintó de negro, pero le dio un toque estupendo al tono, sin quitarle intensidad al impacto visual y... cayó enfermo de los nervios y el corazón, debiendo  ir al médico mientras esperábamos el juicio del propietario. El día que aquel volvió, a

Artimañas y pretextos.

De vez en cuando,  me he encontrado con  salidas más o menos graciosas de algunos  que buscan  proteger sus intereses. Escaleras y perros. Cito el caso muy común en las inspecciones a viviendas que debía yo realizar para el Banco Hipotecario del Uruguay; de no poner a mi disposición escaleras para subir a los techos, o pretender dejar los perros de la familia sueltos y  agresivos, mordiéndome los " garrones", diciéndome que eran "mansos". Apenas les decía que yo me iría sin autorizar el pago de la cuota si no me daban seguridad personal, y que tendrían que pagar a otro tasador, enseguida traían una escalera escondida en el vecino y ataban los perros sin dilación. Regla y nivel. Un día en una obra, indiqué al albañil que trajera una regla y nivel para controlar la pendiente de un caño, me dijo: " Si va a usar el nivel, arranco el caño, porque lo coloqué a ojo". Las arañitas. Otro caso que no es frecuente, pero sucede, cuando haciendo una obra e

Arquitectura práctica.

ARQUITECTURA... algunas anécdotas. (segunda parte) El fantasma de la burocracia aparece desde el comienzo de mi profesión. En esos  momentos, se estaba haciendo las obras de saneamiento y  pavimento de hormigón de Las Piedras. Al ver  yo que se rellenaban las zanjas con tierra sin apisonar, lo que no era correcto, me dirigí lleno de buenas intenciones a la sección técnica de la Junta Local y expliqué al encargado que en Facultad nos habían enseñado lo que había sucedido en Montevideo en iguales circunstancias. Es decir que al asentarse el relleno, la calle se iba a fisurar, fatalmente. El encargado de sección, que no era técnico, me opuso una PARED diciendo agriamente que muy bien sabían ellos lo que hacían  y que no necesitaban mi opinión. Tres años después, todas las calles pavimentadas  presentaban  dos fisuras paralelas a ambos costados de la zanja de saneamiento, cosa que hoy se puede ver claramente. Cuando más tarde se crearon cargos de arquitecto para La Junta de Las

Arquitectura, algunas anécdotas.

Sabotaje temprano: Hugo Sotelo, me consultó por una fisura en una pared de su casa. La empresa constructora, que era una empresa muy prolija en sus obras, no acertaba con el diagnóstico, y había fallado en repetidos intentos de reparación. Yo recién empezaba como arquitecto, y diagnostiqué un asentamiento de un pilote en un lugar determinado. Apenas retirada la tierra de la zona indicada, se constató la falla constructiva, que era muy rara, porque encontramos 3 cm. de barro entre la cabeza del pilote y las vigas que se debían apoyar en este. Se reparó  reforzando con hormigón, y la cosa pasó. El dueño me tomó mucha confianza. Lo gracioso, es que pasados casi 20 años, un constructor me dijo que un albañil, al que llamaremos X, durante una huelga, realizó un sabotaje en la obra de Sotelo y me contó, que en tal zona, había echado barro entre el pilote y las vigas sin que nadie se diera cuenta, y después se pavoneaba por lo hecho. Pero, lo más gracioso es que al pasar el tiempo, e