Arquitectura práctica.

ARQUITECTURA... algunas anécdotas. (segunda parte)

El fantasma de la burocracia aparece desde el comienzo de mi profesión.

En esos  momentos, se estaba haciendo las obras de saneamiento y  pavimento de hormigón de Las Piedras.
Al ver  yo que se rellenaban las zanjas con tierra sin apisonar, lo que no era correcto, me dirigí lleno de buenas intenciones a la sección técnica de la Junta Local y expliqué al encargado que en Facultad nos habían enseñado lo que había sucedido en Montevideo en iguales circunstancias.
Es decir que al asentarse el relleno, la calle se iba a fisurar, fatalmente.
El encargado de sección, que no era técnico, me opuso una PARED diciendo agriamente que muy bien sabían ellos lo que hacían  y que no necesitaban mi opinión.

Tres años después, todas las calles pavimentadas  presentaban  dos fisuras paralelas a ambos costados de la zanja de saneamiento, cosa que hoy se puede ver claramente.

Cuando más tarde se crearon cargos de arquitecto para La Junta de Las Piedras, la cosa mejoró bastante.
Pero queda  por dignificar efectivamente la profesión por parte de la Intendencia de Canelones, porque la opinión sobre temas que son inherentes al arquitecto, como la necesidad de ordenanzas  modernas, la imprescindible formulación de planes reguladores, etc., es ignorada sistemáticamente por una férrea barrera.

Tanta y tantas veces me sentí frustrado, que hasta mandé buscar a Nueva Delhi en la India, un libro que escribió una ingeniera, decepcionada por la burocracia allá.
El título era: "Three Jeers for the Bureaucracy!" (¡Tres hurras por la burocracia! - Rama Sinha, año 1978)
Y... ¡Resultó todo igual a lo que aquí sucede!... es decir; la frustración de las buenas ideas, sacrificadas en el altar de las jerarquías.
Mal de muchos, consuelo de ...

En realidad,  siento que debo manifestar que siempre he sentido desde lo más profundo de mi conciencia de profesional Universitario, lo lesivo que es para el buen nombre de nuestra Profesión, con una tradición  de antigua data, retraer a los arquitectos a  la categoría de eternos alumnos que deben concurrir a corregir  sus planos ante una autoridad  "suprema" como en le época de Napoleón, tal como si todavía no hubieramos egresado de la Facultad.
No conozco ningún cirujano que deba presentar planos y memorias antes de operar un cerebro de un paciente, y ahí se juega con la vida.
La Universidad capacitó al cirujano, y él no deja de ser responsable por el hecho de no presentarse ante una oficina para "corregirse" ¿Porqué no nos modernizamos de una vez y aceptamos que la Universidad nos da  suficiente conocimiento como para para no ser "corregidos"?
Pienso que deberíamos romper o por lo menos aliviar ese poco digno procedimiento que desconoce al Profesional Universitario y lo iguala con cualquier "media cuchara".
Hay diferentes caminos posibles en uso, que mantienen enteramente la responsabilidad del arquitecto por sus obras como lo es por ejemplo, la Colegiación  Profesional. Todo esfuerzo contribuirá a dignificar nuestra Profesión que actualmente está sojuzgada y desprovista de prestigio por las Autoridades que no nos escuchan ni valoran, como a otras profesiones.
Además, debería cuidarse el hecho que, al ir desapareciendo la exigencia de la firma de los planos por el  Constructor junto a la del arquitecto y resultando éste el único que firma los planos, queda automáticamente con la total responsabilidad sobre toda falla que aparezca en la obra, lo que es injusto.
Es para pensar.

A propósito, una noche, cenando en Morini con mi esposa Ofelia, trabamos conversación con un poderoso constructor en San Francisco, California.
Éste este me criticó algunas cosas de nuestras ciudades.
Tenía razón en unas y en otras, no.
Yo le pregunté por la Responsabilidad Decenal que aquí hace responsable al arquitecto por diez años de la obra, y me miró asombrado mientras me decía: "pero allá no existe eso, porque si yo hago una obra mal, yo pierdo los clientes, y eso basta para castigarme. Y si alguien sale dañado por una obra mía, está la Justicia para condenarme. ¿Para qué tener esa tal responsabilidad decenal?"

Los árboles de las calles de Las Piedras.

En una oportunidad, durante el régimen militar, se nombró un secretario con pleno poderes en el gobierno  municipal.
A éste nos dirigimos los vecinos integrantes de varias instituciones, ante la tala de árboles que se estaba llevando a cabo en Avenida Artigas, sin respetar el deseo de la mayoría de la población que amaba esos árboles con una edad de 80 años y que nos había visto caminar bajo sus sombras durante nuestra niñez.
Este funcionario nos recibió con desagrado, y sus argumentos eran sin fuerza.
Pero el colmo fue cuando le propusimos la correspondiente consulta a la Facultad de Agronomía, y nos contestó; "La Facultad  de Agronomía está fuera de los límites del Departamento de Canelones".
Con eso dio por terminado el diálogo.
Pero, la constancia del vecino Sol Navarro, y con posterioridad  del Dr. Miguel Ángel Cabrera, mantuvieron izada la bandera de defensa de los árboles de la ciudad, y estos se salvaron.
Que estas líneas sean un sentido homenaje a ambos, que hoy ya no están entre nosotros.


Carlos A. Trobo, arquitecto.

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