Vivir entre y con los demás

Carlos A. Trobo
Si queremos ser entendidos, primero debemos "permanecer un mes dentro de los mocasines de mi semejante", como dice un proverbio de los indios Pieles Rojas.

Muchas veces emitimos una opinión con el ánimo de ser escuchados y lograr que los demás se muevan en la dirección que nosotros consideramos correcta, y nos sentimos frustrados porque nadie se mueve ante nuestra sugerencia.
Es que en la sociedad, lo primero es escuchar y meditar lo que el otro piensa.
Así  nos podremos enterar qué hay dentro de la cabeza de la gente y planear en qué lugar de sus cerebros podemos comunicar nuestro pensamiento, para poder ser tenidos en cuenta y tener nosotros en cuenta lo que ellos piensan, para aprender de ellos lo que nos sea útil.

No podemos dejar de reconocer que ellos están "en otra cosa" cuando les decimos nuestras ideas y que no tenemos nosotros una "coronita" que nos de prioridad para desplazar sus inquietudes y dar entrada a nuestras ideas simplemente porque a nosotros se nos ocurran "geniales".
Puede ser que no hayamos tenido en cuenta  el momento preciso de sus vidas para mostrarles nuestras ideas, porque están absorbidos por problemas e ideas por lo menos tan respetables como las nuestras.
Estoy hablando de diálogo, de comprensión, de consideración y respeto hacia  mi interlocutor.
Hablo de aceptación de puntos de vista diferentes, a la vez que propongo "parar rodeo de ideas", poniendo junto a ellas  las consideraciones respecto a estados de ánimo, rencores, miedos, intransigencias, envidias, etc. que quitan eficacia y claridad al intercambio de energías creadoras para mejorar  el mundo, nuestro país, nuestra ciudad, nuestro vecindario.

Hace unos cuantos años, hicimos una experiencia  muy exitosa y reconfortante, con los vecinos de cuatro cuadras de nuestra calle.
Hicimos una reunión, una noche, a la cual invitamos puerta por puerta, a todos los vecinos de esas cuadras. Allí, con un pequeño pizarrón, pedimos que dieran ideas para mejorar el barrio y las escribimos y luego, votamos  la que ocupaba el primer lugar en las mentes  de los concurrentes.
Me sorprendió que la totalidad deseaba que se instalaran luces de mercurio.

Como segundo paso, se volvió a preguntar a la reunión, qué pasos se debían dar durante la semana, y el grupo definió que se necesitaba conocer los precios.
Se escribió en la pizarra, esta decisión, para que todos la vieran y se decidió delegar a varios grupitos encargándolos de diversas tareas a realizar.
A la semana siguiente, se notó el ánimo de entusiasmo en la reunión dado por el éxito de la gestión de las comisiones y a la vez, porque se había tenido mucho cuidado de escuchar las ideas de cada uno.
Los "charlatanes por naturaleza", se sorprendieron por la sensatez que mostraron los "callados" con sus ideas.
Los hombres, sorprendidos de la sensatez de las mujeres y los viejos, del tino de los jóvenes.
Los charlatanes, a menudo creen que ellos tienen las más brillantes ideas. Lo que no saben, es que los "callados", cierran sus oidos cuando los abruman con palabreríos y a menudo, son los que al final demuestran que saben cómo se pueden hacer las cosas sin alharacas y con eficacia, en tanto los charlatanes se van en devaneos inconsistentes.
Así, en el término de  95 días, se inauguraron las luces en las cuatro cuadras de nuestro barrio.
El éxito en la acción de este grupo, despertó a los diversos barrios de la ciudad y estos formaron sus grupos espontáneamente, los  que unieron sus ideas, y realizaron acciones que tuvieron pleno éxito, para iluminar la ciudad entera.
   
La eficacia de la enseñanza en la sociedad, se mide por los resultados aplicados en  las acciones de todos sus miembros y no por la acción individual de cada uno.
Porque la acción de uno solo, es trabada, cuando quiere actuar, por los pareceres no exactamente iguales de los semejantes.
Eso lleva al deterioro de la eficacia y produce el empantanamiento de la sociedad, que es lo que actualmente sucede en nuestro país.

La enseñanza es simple:
1) saber preguntar, escuchar y respetar al otro.
2) actuar juntos.





Carlos A.Trobo.

Comentarios