El barrio de mi casa.

Algunas anécdotas de Carlos y Ofelia, de su labor como vecinos en el barrio de calle José Torres García, entre avenida Gral.Flores y Aparicio Saravia, en Las Piedras de las décadas de 1960 y 1970.

La carrera de las señoras

Entre otros festejos conmemorando la inauguración de las luces de mercurio y sin sospechar la "inspiración del dios griego Mercurio", se decidió realizar una carrera de señoras en la calle.
El carnicero donó un quilo de carne  como trofeo.
Yo debí pararme en el medio del cruce de las calles Torres García y Baltasar Brum.
Las señoras del barrio, correrían desde Soca, dar vuelta alrededor mío para volver al punto de partida.

La largada de la carrera fue perfecta, pero Ofelia, que tenía unas piernas fuertes y siempre corrió muy bien, y era buena candidata a la victoria, dio tanta energía al arranque que se desgarró los tendones gemelos de una pierna.
Ahí quedó sentada en el piso y la carrera la ganó otra señora, que se llevó en vez de los laureles,
el quilo de carne del carnicero.

El acto del Club de Bochas

En otra ocasión se decidió hacer un acto en el club de bochas.
El libreto lo ideó Ofelia, que lo llevó a cabo con la colaboración de todos nosotros.

Se basó en una serie de semblanzas e imágenes de hechos cotidianos en el barrio, como las
dueñas de casa barriendo las veredas y charlando, los personajes típicos, como los cobradores de UTE, 
(de este cobrador, con la complicidad de su señora, se trajo el sombrero que él usaba, su portafolio, su
saco y demás atuendos) el verdulero, panaderos, que en ese entonces venían a domicilio.
También, estaban representados los perros vagabundos y los chicos pordioseros. Los chicos, revolvían las latas de basura.
Para ello Ofelia vistió a nuestros niños y dejó a nuestro perro rengo "Moño" dos días sin comer.
Entonces con una música muy sentimental,  al ver todas estas imágenes, tan cotidianas y tan nuestras, algunos hasta derramaron lágrimas de emoción.
El Club de bochas prestó el local sin cobrar y todo se hizo sin pedir dinero, lo que resultó acentuando el sentimiento de todos por sentirse una familia unida de vecinos.

Las Ferias de manualidades de los vecinos

Varias ferias fueron realizadas.
Básicamente, comenzaron con visitas personales a cada vecino, preguntándole qué manualidades se hacían en su casa y que tal vez nunca fueron mostradas públicamente y, que si ellos se animarían a exponerlas en su vereda.
Esto fue un éxito de entrada.
Se les invitó a reuniones en que se  planificaba cómo y cuando hacerlo.
Cada uno se encargaba de su exposición y de su cuidado, y de brindar las explicaciones que la gente les pidiera.

Dispusimos el cerrado de la calle, con la venia del Municipio,
Todos expusieron y fue interesantísimo ver lo que hacía la gente en sus casas.
Desde bordados, costuras y encuadernaciones, hasta karts de carrera, trabajos de herrería y carpintería casera, pero profesional por su acabado, confección de conservas con indicaciones precisas sobre cómo 
hacerlas y estudio de las grandes conveniencias económicas para la familia.
Hasta los niños expusieron sus cosas.
No se habló de vender, porque el interés era que la sociedad se conociera a sí misma, pero algunos consiguieron clientes.
La idea, de todos, era que se abriera a todos los amigos, las puertas del corazón que todos tenemos muy
cerradas por un cierto temor a las críticas.
En ese sentido fue todo un éxito, porque aumentó la  amistad y el entendimiento entre todos.

Estas ferias se realizaron varios años.
La última se desarrolló en  el club Solís, bajo techo y fue necesario dejar "serenos cuidadores" para la noche.
Esta tal vital vigilancia quedó a cargo, entre otros cuidadores, de una sorda (Ofelia) y de uno con muy escasa vista (Lalo Moreira).
Ellos se complementaban  porque el "ciego" escuchaba y la "sorda" veía, y daba la alarma en caso de necesidad.

Carlos A. Trobo.

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